El refugio Pietro Galassi es la representación perfecta de una combinación recurrente: montaña y voluntariado. Desde 1970, el refugio Galassi es el hogar de más de 100 voluntarios, que se alternan durante la temporada en turnos semanales para gestionar el refugio y asegurar hospitalidad y acogida a los alpinistas que suben hacia el Antelao, en las Dolomitas del Centro Cadore. Hablamos con dos jóvenes que eligieron dedicar sus vacaciones a la montaña y al refugio Galassi: esta es su historia.
A los 17 años, entre montañas
¿Qué impulsa a un joven de 17 años a renunciar a las vacaciones clásicas con amigos para pasar una semana en la montaña, a más de 2000 metros de altitud, trabajando en un refugio? Para Giovanni, fue el deseo de ponerse a prueba, de adquirir experiencia y de conocer mejor esa montaña que frecuentaba desde niño. Lamentablemente, siendo menor de edad no es fácil encontrar empleo: a pesar de haber contactado todos los refugios del Cadore, la respuesta siempre fue negativa. Con la excepción del refugio Galassi, que acogió con los brazos abiertos a este joven con muchas ganas de trabajar. Filippo, en cambio, fue involucrado por su padre, que forma parte de la junta directiva del refugio. Pero no fue una imposición, dado su propio deseo de estar en la montaña.
Comienzos diferentes, mismo resultado: después de algunos años de voluntariado, ambos se encontraron responsables de un grupo de gestión, además de haberse convertido en grandes amigos. Dicen que esto sucede con frecuencia entre quienes eligen hacer voluntariado en el refugio Galassi: parece que allí nacen amistades — y también amores. Y, sobre todo, relaciones que no conocen edad: ambos hablan con entusiasmo de Franco, uno de los responsables del refugio, que con sus 73 años es un volcán de energía, capaz de motivar y arrastrar a todos en el trabajo común. Esto es justamente lo que une y vincula a los voluntarios del refugio Galassi: una sintonía que nace de un objetivo compartido, que es ofrecer la mejor acogida posible a quienes suben allá arriba, a los pies del Antelao.
Trabajar (en serio) en un refugio
Aunque el ambiente es camaraderil y la complicidad evidente, los chicos saben que están allí para trabajar. ¡Y no es ninguna broma! El trabajo real comienza el sábado, día de llegada del equipo, con la organización de los suministros. Los víveres y el gasóleo se recogen y se llevan al refugio con la teleférica, optimizando cada viaje. Luego, una vez arriba, se reparten las tareas: hay quien cocina, quien atiende las mesas, quien se ocupa del bar y quien controla y mantiene en buen funcionamiento las instalaciones. Pero todos comparten un rol común: estar a disposición de los excursionistas, a quienes proporcionan información sobre rutas y senderos alrededor del refugio.
Al refugio Galassi llegan personas de todo tipo: desde grupos escolares o parroquiales que lo eligen por su tamaño, hasta excursionistas de un día, alpinistas que apuntan a la cima del Antelao o aficionados que recorren la Alta Vía número 4 y número 5, o la Marmarole Runde, un recorrido reciente que abraza las Marmarole. Todos encuentran en el refugio un punto de descanso y apoyo insustituible.
Galassi, como en casa
Si preguntas a Giovanni y Filippo qué es lo que realmente hace especial al refugio Galassi, la respuesta es sentirse como en casa. Estar juntos, a gusto, sintiendo un sentido de pertenencia y serenidad, conscientes de vivir una gran experiencia de voluntariado que lleva a cada uno a aportar lo suyo. Eso no es solo una contribución física y concreta en términos de horas de trabajo, sino también, como destaca Giovanni, compartir ideas y sugerencias. Por ejemplo, gracias a las propuestas de algunos voluntarios surgió la idea de modernizar y hacer más cómodas algunas habitaciones. O incluso, alguien propuso eliminar los objetos de un solo uso como los manteles individuales y algunos alimentos: una elección que se evaluará también según la normativa sanitaria, pero que va en la dirección de un futuro ecológico. Galassi ya ha instalado nuevos paneles solares para reducir el uso de gasóleo y, por tanto, el impacto ambiental en altura (además de los costos considerables y el esfuerzo de transportar los bidones al refugio). El objetivo para el próximo año es convertirse en una estructura libre de plástico.
“¿Te imaginas cuántas ideas pueden surgir de 100 cabezas pensando en un mismo objetivo?” La fuerza del Galassi está aquí: en las 100 cabezas de los voluntarios que ponen corazón y manos al servicio del refugio y la montaña.
El refugio Pietro Galassi se encuentra en la Forcella Piccola del Antelao, en el municipio de Calalzo di Cadore (BL). Está gestionado por la Sección de Mestre del CAI, que asegura su apertura con un sistema de autogestión cada año desde junio hasta septiembre. Quienes quieran conocer a Giovanni, Filippo y a los demás voluntarios pueden consultar la página web del refugio, donde están todas las informaciones para llegar y las noticias sobre eventos e iniciativas.
Garmont apoya al refugio Galassi proporcionando calzado y garantizando a todos los voluntarios un descuento especial para la compra de nuevos zapatos: una contribución a los más de 100 que se comprometen para garantizar la gestión del refugio y una cálida acogida a los amantes de la montaña.